109
Sé que por naturaleza, la ira me ha permitido el desafortunado privilegio de hacer daño. Por suerte, mi desdichada empatía patológica me ha incitado a frenar. No puedo hacerte daño, quizás me abra las heridas una y mil veces antes de permitirme el derecho a hacerte un rasguño. Y aquí estoy. Abriendo todo lo que no debería. Cajones que se cerraron con llave, candado, se arrojaron al fondo del mar y fueron enterrados entre fósiles. Y yo estoy aquí, sangrado y medio ahogada. He nadado, he excavado, me he roto las uñas de tanto arañar por encontrar lo que creía olvidado. "Afortunados los que saben irse cuando ya es hora". Y yo nunca supe ver que era mi hora de partir. Aquí estoy. Y aquí sigo. Y, joder. No sé que haría si volvieras. ¿Por qué? ¿Qué pasaría? Me paso la vida poniendo excusas para fortalecer mi autocontrol, poniéndome límites. Y no. No funcionan. Ahora que vuelvo a leer, ahora que vuelvo a ver. Lo echo de menos. ¿Y qué? ¿Co...