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Siempre he elegido la sangre por encima de las lágrimas. Prefería las cicatrices al nudo en la garganta. Escogí la rabia a la desolación, y sentir que todo arde a mi paso, en lugar de helarme de frío escondida, esperando que todo pase. ¿He cambiado? Ya solo hay cenizas, ya no ardo, ni siento frío. ¿He cambiado? Las cicatrices ya no existen, ahora solo hay un desierto seco, glacial, de hielo que puede quemar si te quedas demasiado tiempo.