La sangre es mejor aliada que las lágrimas. O eso al menos es lo que siempre gritaba mi corazón orgulloso. No llores. Jamás. Pero mi propia rabia me ha jugado malas pasadas, aún no sé controlar esta bomba de relojería lo suficiente. Lo he tomado. Lo he clavado en el costado, pero no lo he arrastrado. Ya está superado. Traga saliva. Idiota. No vas a ser capaz de tragarte las lágrimas. El problema está dentro de ti, tiene que salir de alguna forma, no puedes retenerlo todo. No puedes aparentar ser de hielo cuando todo arde dentro de ti. No puedes controlarlo. No puedes evitarlo. Simplemente no puedes. Y ese orgullo, ése, si que arde ante el "no puedes". ¿Acaso eres débil? ¿Acaso eres frágil? Los monstruos siguen jugando bajo las sábanas que son tus cabellos. Y hay tantos que a veces simplemente, parece imposible hacerles frente. O llevan tanto tiempo ahí, que son parte de ti, te da pena abandonarlos, o que te abandonen, ¿para qué ment...