137
A veces encuentro cosas que ni siquiera busco, y otras busco algo que ni siquiera existe, porque si un árbol cae en un bosque donde no hay nadie para sentirlo, podríamos decir que no se ha caído, o es lo que quiero pensar, que todo aquello que no tengo es algo que no existe para mi. Aunque bueno, a veces nunca es siempre y siempre es nunca. Tengo la cabeza más trastocada que el arenero de un niño, y todo por ese afán absurdo de poner en orden lo que hay que, simplemente, dejar ser. Quizás esa no sea la respuesta. A veces da miedo abrir un regalo que no tiene escrito nombre, por si acaso tuviera que devolverlo. Necesito asegurarme que voy en la dirección correcta cuando camino, porque no podría soportar el error horror que supone perderme en la noche, y que tengan que salir a buscarme. Pero existe un problema a la hora de poner límites; se escapa de mi control. Cándido, abstracto, acogedor, cálido y lacerante como un castigo, que te atrapa, te fascina, pero duele. Ya n...