85
Otra noche que pasa, otra noche que el sueño no me acompaña.
Y mi cabeza gira y gira y no para de viajar a lugares pasados, futuros, recuerdos, inventos... Toda una vida que dentro de mí se agita como si tuviese vida propia y no fuese yo su dueña. Se rebela.
Y me pesan los huesos, la cabeza, y mi sangre se hace más espesa, tan espesa que pesa. Así que parece que mi cabeza decide gastarme otra broma pesada, ella se divierte viajando a lugares recónditos mientras mi cuerpo se desvanece sobre esta cama que no parece del todo cómoda, hasta que comienzo a derretirme sobre ella, a coger su forma.
Mis sueños despierta iban a darme vida, o tal vez a quitármela.
Y por estar despierta se quedarían en el recuerdo, como fotografías tomadas en la fiesta más impresionante de tu vida.
Pero no será hasta que me duerma, cuando verdaderamente saldrá todo lo oculto que hay dentro de mi.
Que entonces todo se congela y el espacio y el tiempo dejan de existir para mí, porque en este mundo paralelo nada más importa que la película que estoy viviendo en este momento, que a pesar de duras horas y horas, en la vida real tan solo habrán pasado segundos.
Y esa yo misma, la de mis sueños, me espera cada noche para divertirse un poco, para arrancarme de lo que soy, para enseñarme lo que podría ser. Los miedos, las frustraciones, los temores que aparecen o que se van en o desde ese mundo paralelo donde nada importa lo suficiente.
Quiero gritar, pero no me sale la voz. Veo demasiadas cosas al mismo tiempo y me pesa tanto que no puedo moverme.
No puedo despertarme.
¿Estoy verdaderamente dormida? Puedo sentir las sábanas sobre mí, cubriendo lo más invisible, si me aferro a ellas, quizás consiga salir.
Y estiro, estiro un poco más.
Estiro de la misma forma que ella estira de mí. Y quizás ambas tengamos algo importante que decirnos, aunque sea difícil escapar sin estirar.
~CP

Comentarios
Publicar un comentario