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Erase una vez.
Una niña que se aburría de ver la vida pasar desde la ventana.
Erase una vez.
Un mundo en el que el tiempo pasaba demasiado deprisa, todo el mundo corría, no dejaba de tomar y dejar las cosas a una velocidad inhumana.
Erase una vez.
Una bandada de pájaros que se equivocó de destino a la hora de emigrar en la estación del año errónea.
Erase una vez.
Alguien decidió saltar desde el último piso del bloque más alto de la ciudad.
Alguien sabía lo que pasaría pero no importaba demasiado, solo era una vida desconocida más.
Erase una vez.
Un reloj que daba las horas al revés y nadie sabía que iba mal, todos seguían la hora ciegamente creyendo esa realidad absurda.
Erase una vez.
En mi cabeza una explosión.
El sonido del silencio tras la desolación.
El recuerdo perfecto de lo que un día fue y hoy ya se acabó.
Erase una vez, de nuevo, yo.
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