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Aún puede recordar con un aire de melancolía, tirada en la cama, con sensaciones repartidas y confusas.
A veces sueña despierta, a veces no duerme por miedo, a veces el caos le impide pensar, a veces las pesadillas vuelven a su mente. Sus alas aún no han surgido, no puede volar porque no han aparecido.
¿Dónde está?
Con sus ojos color miel y su sonrisa de ensueño. Sus besos acaramelados, más deliciosos que la fruta más dulce. Sus abrazos entrañables, que a veces tanto le protegían y otras, le estrujaba hasta los huesos.
Y es que era su mundo.
Porque no había nada que la aturdiera más que sus caricias, nada como el inmenso dolor de barriga que le entraba de tanto reír a su lado. Interminables paseos por el pueblo y conversaciones silenciosas, solo hablando con miradas ardientes y llenas de pasión y comprensión.
Y el perfume se va extinguiendo, solo huele a hastío y soledad, a humedad, a lágrimas resecas. Porque ya no hay otro movimiento que el de sus pestañas. Y su pecho inhalando aire a bocanadas grandes y lentas, a modo de suspiros. Las lágrimas ya acabaron, ya no hay más, han salido demasiadas para continuar en ese pozo sin fondo. Pero no logra comprender por qué. 
Media vuelta, contempla la pared arañada, con pequeños rastros de sangre, tal vez de algunos nudillos inquietos deseando sentir algo. Ya no puede abrazar sus sueños.
La lluvia que caía sobre sus mejillas sonrosadas cuando se besaban, ya no estará para ellos. Ya no hay.
El pasado la arrastra con él. El presente la llama gritando. El futuro espera sentado.
Y ella no sabe qué hacer. Tiene que decidir, que correr. 
Toma el presente, el futuro te está esperando.

~CP

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