148
He aprendido (estoy aprendiendo) a escuchar las sensaciones de mi cuerpo. Como si todos mis órganos emitieran un sonido que yo pudiese escuchar. Un sonido que puede ser movimiento dentro de mí, calor dentro de mí o incluso un sonido anestésico. Desde mi cabeza a los dedos de mis pies, pasando por mi vientre, y sobre todo, por supuesto, recorriendo mi espalda. He aprendido a escuchar. Porque quizá, no quedaba otra. Porque tarde o temprano tenía que pasar (y quiero que pase) . A veces me pide que pare un poco. A veces me pide alimento. A veces me pide movimiento. Y soy yo quien debe ejecutar la acción. Somos tan inconscientes cuando miramos para otro lado lo que el cuerpo está gritando que me arrepiento cada vez que le he maltratado. A veces lo he apartado por no sentirlo parte de mí. Por creer que no podía pertenecerme algo tan horrible. A veces el espacio que ocupa mi cuerpo me ha avergonzado tanto que me he escondido detrás de mis padres, o entre la...