150: Penumbra

 Las veces que he paseado bajo la luz moribunda de la luna no las recuerdo,

me doy cuenta por los callejones que he recorrido de deseo perdido,

una bocanada de aire, otro paso, un eco de susurros pasados,

como si el mundo entero dependiera de ese aliento sobre mi piel,

y yo, que soy toda sombras,

pero también soy luz, 

solo quise ser la penumbra que nos atrapaba a ambos.

Llevaba un vestido perfumado de añoranza,

había colocado un santuario de recuerdos en mi cuerpo 

y la mueca de rechazo dibujando mi rostro, 

como quien huele putrefacto,

igual que aquel montoncito de carne quemada

que se queda atrapado entre las brasas,

así percibo las miradas de deseo insaciable,

por buscar un reflejo ausente.

No es mi inquilino, pero habita en cada esquina de mí,

se desliza entre mis sueños como un fantasma,

se alimenta de cada suspiro que le dedico, 

de cada fluido que desprendo,

en su honor, siempre en su honor, 

resuena, late, resuena su nombre en el pecho,

resuena, ausente, late ese abismo que agota mi cordura.

Se desliza en el umbral nocturno, susurro su nombre

pero los conjuros no tienen efecto, no regresa,

de todas las noches de luz moribunda solo encuentro oscuridad como respuesta,

siempre se desvanece la mentira en el silencio.

Se desliza en mis sueños, marchitas caricias que son fuego que consume, 

enlutando las sábanas de promesas de éxtasis sin fin

y sus labios me besan diez segundos de mentira

mientras la agonía desfila por su real ausencia

todas las noches palpitan, laten, palpitan

en un interminable deseo que él encendió.

Y hubieron arañas malditas poseídas por el mismo Lucifer,

y me dejé atrapar en sus trampas 

en recuerdos prohibidos que siguen demasiado vivos en mí,

luego mi cuerpo agotado

ansía el roce de su piel ausente

se encienden suspiros, se apagan en la noche vacía,

y yo, que soy toda sombras,

pero también soy de sueños,  

solo quise ser la penumbra, para que siguieras siendo mi dueño. 

#tigerberry